Creo
que no es mi momento, que me he perdido y no me encuentro, que todo
es mentira o demasiado real. Ya no sé si vivo lo que quiero vivir o
solo lo que quiero imaginar.
Todo
es culpa de esa extraña vozecilla que se pasa el día gritándome al
oído que todo es mentira, que nada de lo que estoy viviendo es real,
que baje los pies al suelo porque me voy a estrellar. ¡Que coño
sabrá él! Puedo volar, sentir el aire cortándome la cara, gritar y
lo mejor de todo, ¡puedo hacer lo que quiera, yo puedo! Mis deseos,
ganas, ilusiones, proyectos, sueños... Todo es posible porque
realmente así lo creo y lo deseo.
Pero
luego llega él, con esa sonrisa de medio lado que me vuelve loca
y... Ahora si que ya no hay nada que hacer, de una bofetada a mano
abierta me derriba, apaga la luz y se sienta a mi lado para que no
pueda escapar. ¿Porque yo? Siempre luché contra ti, jamás me he
rendido, deja de molestarme, ¡dejame salir de esta maldita
habitación!
Esto
no puede continuar así, no puedes venir con esos ojos celestiales a
compartir mi alegría y marcharte dejándome bajo las sábanas
inundadas en lágrimas, haciendo que me pierda a cientos de mariposas
revolotear solo porque a ti se te antoja.
Ven
aquí, acercame tu frente y deja que te bese, un beso suave, cálido
y con cariño, al fin y al cabo llevas mucho tiempo aquí. Podría
decirte que te voy a echar de menos y quizás lo haga pero no lo voy
a decir, para que te vayas con ese beso y no vuelvas nunca.