sábado, 30 de noviembre de 2013

¡Que coño sabrá él!

Creo que no es mi momento, que me he perdido y no me encuentro, que todo es mentira o demasiado real. Ya no sé si vivo lo que quiero vivir o solo lo que quiero imaginar.

Todo es culpa de esa extraña vozecilla que se pasa el día gritándome al oído que todo es mentira, que nada de lo que estoy viviendo es real, que baje los pies al suelo porque me voy a estrellar. ¡Que coño sabrá él! Puedo volar, sentir el aire cortándome la cara, gritar y lo mejor de todo, ¡puedo hacer lo que quiera, yo puedo! Mis deseos, ganas, ilusiones, proyectos, sueños... Todo es posible porque realmente así lo creo y lo deseo.
Pero luego llega él, con esa sonrisa de medio lado que me vuelve loca y... Ahora si que ya no hay nada que hacer, de una bofetada a mano abierta me derriba, apaga la luz y se sienta a mi lado para que no pueda escapar. ¿Porque yo? Siempre luché contra ti, jamás me he rendido, deja de molestarme, ¡dejame salir de esta maldita habitación!

Esto no puede continuar así, no puedes venir con esos ojos celestiales a compartir mi alegría y marcharte dejándome bajo las sábanas inundadas en lágrimas, haciendo que me pierda a cientos de mariposas revolotear solo porque a ti se te antoja.
Ven aquí, acercame tu frente y deja que te bese, un beso suave, cálido y con cariño, al fin y al cabo llevas mucho tiempo aquí. Podría decirte que te voy a echar de menos y quizás lo haga pero no lo voy a decir, para que te vayas con ese beso y no vuelvas nunca.